Espátulas en Chozas




30/08/2017
Nos acercamos a las depauperadas lagunas de Chozas con el deseo que de su pozo mane suficiente agua para que el lugar sea apetecible a las limícolas.

No hay suerte. Las lagunas presentan un estado deplorable. Sería más correcto el término charcas.

Aún así, esas pequeños espejos han llamado la atención de tres espátulas que descansan en ellas.

Sin apenas darnos cuenta, hemos entrado en regresión de horas de luz. Los amaneceres son más perezosos y el atardecer tiene cada día más prisa por irse a descansar.

Y las aves lo notan. 

Sus polladas se han desarrollado, fortalecido sus musculaturas y parten hacia sus cuartes de invierno.

Chozas ofrecía otros años un buen lugar de descanso a estas aves. Como las espátulas que hoy que aprovechan las escasas aguas.

El postnutcial ha comenzado.

 Un adulto 
 Y dos juveniles.





Ibis eremita en Estébanez de la Calzada



20/08/2017
Quería comenzar la entrada con un símil como: "Encontrar un ibis eremita en León es como .....".

El problema me surge cuando intento encontrar una comparativa sin tener que recurrir a términos de espacio infinito.

¡UN IBIS EREMITA EN LEÓN!

En palabras de Martín; "Todo un bombazo"

El Ibis eremita (Geronticus eremita) es un ave ligada a zonas áridas próximas a acantilados rocosos donde instala sus colonias de cría.

Se trata de una especie en peligro crítico de extinción, con una pequeña población en el suroeste de Marruecos y algunos ejemplares aislados en Siria (posiblemente desaparecidos con el conflicto actual).

Hasta el siglo XVIII se reproducía en Cetroeuropa (Austria, Hungría y Suiza).

Desde 2003 la Consejería de Medio Ambiente de Andalucia, en colaboración con el zoo de Jerez y asesoramiento científico de la Estación Biológica de Doñana, viene realizando el Programa de Reintroducción del Ibis Eremita en Andalucía.

El ibis eremita de Santibañez de la Calzada corresponde a un ejemplar criado en cautividad (siguiendo los protocolos del Programa Ibis) y liberado junto a otros 24 ibis en la Sierra de Retín (Cadiz) en agosto del 2016.

Por su anilla amarilla (K7N) hemos podido saber que este ave junto con otras tres más cruzó la Península hasta Asturias donde fue visto en octubre de ese mismo año. Uno de ellos muere electrocutado en Llanera y el resto se desplaza en el mes de noviembre a Galicia, donde se recogen citas en la playa de Doñinos (Ferrol), Valdoviño y posteriormente en el entorno del embalse de Fervenza (La Coruña).

Hace dos días se relocaliza este ejemplar en Estebanez de la Calzada.

A primera hora de la mañana recorro las calles vacías de Estebanez. Junto a un galpón al final del pueblo paro a buscar el pájaro entre un grupo de vacas que pacen tranquilamente. El coche de José Alberto e Iker para junto al mio y decidimos hacer piña en su búsqueda.

Varias vueltas por caminos, entre prados, hasta que localizamos al ibis.

En un prado, entre el ganado, atiborrándose de insectos que saca hábilmente, valiéndose de su largo pico, de entre las boñigas y de la tierra.

Lo observamos desde nuestro coche un buen rato, hasta que su glotonería cesa y comienza a atusarse las plumas.

Luego levanta el vuelo y vemos como se dirige a un poste que hay en una granja cercana.

El poste donde, según nos comenta el dueño de la granja, lleva parando a descansar los últimos 15 días.

Una gallina en el argot de los pajareros puristas. Pero yo aún no se de ninguna gallina que sea haya sido capaz de recorrerse la Península volando.

Un ave vistosa? Para nada.

Sin haber alcanzado la madurez, este ave carece del color rojizo que le da un cierto aire de exotismo.

Los últimos días de agosto me acerco de nuevo hasta Estébanez para volver a ver al ibis eremita. Recorro los prados que frecuentaba así como su poste favorito sin que aparezca. Hablo con algunos ganaderos y me comentan que hace unos cuantos días que no lo ven.

El Ibis ha partido.














































Otro reportaje sobre el ibis eremita:
Al sur: Ibis eremita  

Tejeda de Peñacorada








18/08/2017
Creo que he envejecido. No en lo exterior, en el interior.

Me he vuelto más sensiblero y en lo que va de año he sufrido mi segundo Stendhalazo.

A diferencia del día que sufrí el primero (mi primer Stendhalazo) me encontraba solo, en mitad del monte, cuando noté los primeros sítomas: mi ritmo cardíaco comenzó a elevarse, las manos me sudaban, la tierra bajo mis pies tomaba vida y notaba como se movía y una opresión en el pecho apenas me dejaba respirar.

Ante mis ojos se extendía la tejeda de Peñacorada y mi cuerpo no podía soportar esa visión sin inmutarse.

Hace unas semanas escuchaba un programa donde un individuo charlaba sobre lo avanzada que se encontraba la ciencia en el estudio de la inmortalidad. Pronto los hombres, gracias a los nuevos descubrimientos, seríamos inmortales. Joder pensé!!! y quién pagará la seguridad social a todos esos???? y que aburrido será tener que plantearse dentro de 200 años: dónde voy mañana????

Hoy ante la joven tejeda de Peñacorada quería ser inmortal.

Un joven bosque de tejos que se extiende por la falda norte de Peñacorad. Un rodal de jóvenes plantas con más de... difícil saber cuantos puede haber??? cuatrocientos, tal vez quinientos, que le convierten en el mayor tejedal de España y posiblemente de Europa.

Hoy quisiera ser inmortal, para dentro de 400, mejor 500 años volver a recorrer esta ladera y ver este impresionante bosque.

Stendhal relató a la salida de Santa Cruz : "me latía el corazón, la vida estaba agotada en mí, andaba con miedo a caerme". Yo no podía caer, aún era preciso descender y recuperar la bici para continuar con el recorrido que me llevo esta mañana hasta el cruce de Sabero, después de haber sobrepasado Cistierna.

Aparco el coche nada más entrar en el desvío hacia Sta Olaja de la Varga y me dispongo a seguir con la bici. Por carretera entre túneles y pasos estrechos entre roquedos accedo a Ocejo de la Peña. Pueblo de montaña, incrustado entre peñascos donde finaliza la carretera.

Por pista voy subiendo y dejando la larga arista que desciende de la peña (el Campriondo) a mi derecha. Las pendientes se fuerzan con amplias curvas de herraduras antes de alcanzar la collada Ferreras, donde entro en el mundo de los bosques.

Nombres terribles como "El Valle del Hambre" para un territorio donde los robles se agolpan sin dejar el más mínimo claro, o donde duermen las ruinas de viejos monasterios como el de Santa María de Valles de Peñacorada, el Santuario de la Virgen de la Velilla o el románico montañes de San Martín de Valdetuejar.

Continuo mi descenso hasta el Santuario de la Velilla que aprovecha los días de verano para hacer reformas.

Sin miramientos la pista afronta la pendiente en busca de el alto de El Campurrial, el paso de entrada al valle de Fuentes y punto donde aparco la bici para ascender hacia la tejeda.

En la ladera norte y por encima del hayedo, se encuentra la tejeda. Cientos de árboles, no brotes, árboles, árboles, de diversos tamaños extendidos en una amplia superficie, que voy recorriendo, hasta que decido entrar en el hayedo en busca de un rodal de tejos dentro del bosque.

Un hayedo joven, con árboles muy apretados que dificultan su transito y donde me doy de bruces con los tejos.

De vuelta en el coche, las piernas me tiemblan y la respiración aún es entrecortada cuando suena mi móvil.

Martín me llama para informarme que en Estébanez de la Calzada hay un ibis eremita.

Joer!!! aún no me he recuperado de este shock y ya volvemos a Marear La Perdiz!!!!






Cambio en coche por la bici y comienzo a pedalear desde el desvío a Sta. Olaja de la Varga.






Sta. Olaja de la Varga
 Campriondo, la montaña que rodearé a lo largo de la mañana.
 Tierras con historia, como el Castillón de Sta. Olaja que visité no hace mucho con el amigo Kato.







Ocejo de la Peña. Final de carreta e incrustado entre peñas. Un lugar tranquilo donde el búho real ulula al atardecer.
 Ocejo de la Peña
 La pista atraviesa el estrecho donde muere la arista del Campriondo.


 La vistas hacia la cima han variado, el Campriondo nos muestra otra de sus caras.




 La cima de Pico Cerroso entre la niebla.
 Durante la subida una curva me permite ver la arista del Campriondo en casi su totalidad.
 Collada Ferreras (1.381 mts.)


 Peña Los Castros que recuerdos del duatlon de Mental.
 Sigo rodando y nueva cara del Campriondo.



La fuente desde donde he ascendido alguna que otra vez al Campriondo al paso de la ruta BTT que hoy sigo.


Y donde he realizado algunas reuniones de Konicos.
Ferreras del Puerto y el Espigüete emergiendo entre las brumas.
Todo el recorrido hasta La Mata de Monteagudo es por un robledal espeso.
Y entre la vegetación emergen dos macizos bien diferenciados, el de Peñacorada y el del Canto de la Valleja Niales.




La Mata de Monteagudo luce banderines de fiesta en sus calles.
Santuario de la Virgen de la Velilla. Hoy esta en obras y unos feos velos verdes lo protegen de nuestras miradas, como queriendo evitar que lo descubramos sus secretos no maquillados.


A los pies del santuario abre sus puertas un restaurante-hostal-cafetería que intentar darle vida al negocio durante todo el año.

Son las 11:00. La hora del café.
Un café que me de fuerzas para superar las rampas hacia el Campurrial, el collado que separa Peñacorada del macizo del Canto de la Valleja Niales y los valles del Tuejar del de Fuentes.


En el Campurrial. Punto intermedio en la marcada como ruta de las Legiones romanas que recorrimos  parte a la vuelta de un ascenso a Peñacorada.


Collado del El Campurrial. Desde este punto ya vemos la tejeda de Peñacorada en la ladera norte de esta montaña.
El valle de Fuentes.
Transito de la bici a las zapatillas. Queda remontar la ladera por encima de la zona de matorral y hayedo.


Las montañas de Ocejo. Un grupo de cimas de poca altura pero con formas muy variadas.
Los Moros, Peña Rionda, el Castillón de Fuentes, Pico Cerroso, Campriondo.
Por fin en la tejeda. Un cielo abigarrado de nubes me ha permitido subir con cierto relajo.
Ante mi la tejeda de Peñacorada. El momento del Stendhalazo. Los tejos son pequeños, pero con suficiente porte como para no considerarlos brotes (los que encontré hace unos días en el recinto de la tejeda de La Cervatina, donde tenía que tener mucho cuidado para no pisarlos).















Entro en el hayedo. Se que dentro de este bosque hay un rodal de tejos de gran porte, pero no se donde. Es un bosque joven, con ejemplares muy apretados y con bastante inclinación lo que dificulta el paso. 


Una vez dentro utilizo las trazadas de animales en un intento de recorrer el bosque en dirección oeste. Después de quince o veinte minutos descubro una sombra. Son los primeros tejos.
Entre el hayedo un grupo de catorce o quince tejos de mediano porte y de diez a doce metros de altura.








Hora de la parada para hacer unas fotos
















Abandono la tejeda. Retrocedo sobre mis pasos.

Hacia El Campurrial donde recupero la bici.
El hayedo en las inmediaciones de la pista.
Cerrando el circulo. Próximo al cruce de Sta. Olaja donde ha quedado el coche.
A la izquierda de Los Moros, el Pico Roscas.


Otras rutas por la zona:

Campriondo: El Duatlon

El Tejo de Borbonejo 








Pico Cerroso por el valle de Tejedo