Calderas






De pequeños cuando querían asustarnos acudían a las frases; “Que viene el hombre del saco y te lleva” o “Vas las calderas de Pedro Botero”.

El hombre del saco nunca llegué a verlo, pero si recuerdo alguna conversación con algún amigo que afirmaba haberlo visto por la parte baja del paseo de la Condesa. De las calderas del tal Pedro no estuve nunca seguro si eran de Botero o Gotero. Pero tanto uno como otro, mi idea no estaba muy definida de lo que eran las susodichas calderas.

Que las calderas de Pedro Botero es un sinónimo del infierno está claro, y que este (el infierno) es una realidad según lo dicho por Ratzinger hace unos años, también.

Pero ahora de lo que se trataba era de darle un poco de forma a lo que allí nos encontraremos, saber cómo es ese lugar para que no nos pille de sorpresa.

Por eso ayer por la tarde me di un paseo hasta la Catedral. Me apetecía ver nuevamente el tímpano del Juicio Final de la puerta principal de la fachada oeste. En la parte inferior sobre el dintel se ve la figura de San Miguel con una balanza pesando almas (al igual que Anubis en el juicio de Osiris) teniendo a su derecha los bienaventurados y a la izquierda los condenados.

De momento dejo de lado la parte del cielo y me meto de lleno en la del infierno.

Jope!!!! No tiene desperdicio, que profusión de detalles


El simbolismo románico y por extensión el arte medieval hace un esfuerzo por revelar a los mortales, lo trascendente y lo no manifiesto mediante la escultura de las fachadas de sus edificios sagrados.

Pero en este caso no creo que podamos hablar de simbolismo. Al contemplar esta escultura vemos una realidad, vemos las calderas. Las verdaderas calderas de Pedro Botero.

Se me forma un nudo en la garganta que no me permite tragar cuando veo un castigo tan desproporcionado y hace que me pregunte por los pecados cometidos por esas personas que son arrojadas a las calderas.

Lo que nos espera!!!!

Más detalle, hace falta más aumentos….
 

Tres demonios con rostros horribles y cuerpos extremadamente delgados introducen en el líquido ardiendo a tres pecadores de cabeza (Otra verdad, al infierno se va de cabeza)

Pero por favor, más aumentos que las lágrimas no me permiten ver con claridad.


El personaje central introduce a una mujer (Y qué mujer!!!) Ya no se le ve la cara, pero si podemos apreciar una serpiente que le muerde la entrepierna (símbolo de la lujuria). Eso sí!!!! El muy bribón la tiene bien agarrada por el muslamen.

No puedo tragar, los ojos se me salen de las órbitas y el cuello adquiere una rigidez que me obliga a un gran esfuerzo para ver la escena que se desarrolla a la derecha de las calderas. Tres cabezas deformes, con falta urgente de un tratamiento de ortodoncia, devoran a otros condenados.


Creo que ya es suficiente. Me hago una idea del lugar. Pero…. Quien es ese que está a la derecha y agachado?

Un sirviente encapuchado y con patas de sapo, se encarga de avivar el fuego que calienta las calderas.

Y lo bueno o malo, según como se mire, la fisonomía de todos los demonios y sirvientes es de júbilo, dando a entender que les resulta agradable su trabajo.


Y todo esto meramente informativo. No me puedo imaginar que ilustración realizaría este maestro cantero si le encargaran la portada del código penal, o que diseñara las penas por infracciones a Hacienda. No me lo imagino.




5 comentarios:

  1. Te has lucido con los pequeños detalles y como no esa mágica foto bicolor de la calle de la Paloma. Rincón, por rincón...

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    1. Yo siempre la he conocido como la calle del Cafetín,
      Saludos Javier.

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  2. por eso andabas buscando al hombre del saco......

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